Thursday, April 09, 2015

EL AJEDREZ COMO HERRAMIENTA POLÍTICA

Entendida como educación, en su aceptación capital, la Política es la esencia del Ajedrez como herramienta pedagógica. La Política –con mayúsculas- o el gobierno  con base en los principios de la virtud, del honor o de la justicia. Política como ejemplos y gobierno del alma humana, de los apetitos depositados en la parte que razona y aquella que desea conforme a la razón. El Ajedrez es a la Política, lo que la Política es a los ciudadanos de cualquier comunidad que se asocian y se gobiernan para el beneficio de todos, de manera virtuosa, honorable y justa.
El Ajedrez nace como un evento político. El mito que da origen a la leyenda del Ajedrez es una ficción política, entre un Tirano que conoce las virtudes de la razón jugando al Ajedrez. Y en esta coyuntura, en México, el primer Seminario de la Fundación Kasparov para la Formación de Maestros Certificados en la Enseñanza del Ajedrez, hay que pensarlo como una fábula de animales y moralejas, como un cuento cuyo final aún no se vislumbra, porque el principio apenas empieza, estamos en el prólogo, en la apertura. Somos las primeras jugadas de una linea novedosa, sobre un tablero desvencijado, en una arena donde brilla por su ausencia la Autoridad Política y en cambio existen poderes, cotos, mafias, cárteles, intereses mezquinos, patrimonialistas, individualistas, en todos y cada uno de los 64 escaques de la vida diaria.
Me parece que los tres mil Maestros inaugurales, debemos vernos y sentirnos como los aqueos cercando Troya –figurémonos a la Patria misma como Helena, raptada por Paris Peña Nieto- y al Seminario que acudimos, como el Caballo por donde vamos a penetrar dentro de esa fortaleza que guarda y esconde la tortura, el hambre, la ignorancia, la injusticia, que protege a los Amos de los medios de comunicación, de la religión, del sistema de partidos políticos,  del comercio y narcotráfico.
O mejor ¿Por qué no recrear la imaginación de esta primera generación en Normandía? Somos la primera línea, próximos a asaltar las costas de México, en el día “D” de la liberación nacional. En la hora que con denuedo, sacrificio, heroicidad, asumamos la escalada contra la Línea Maginot, la reconquista de los baluartes que han sido arrebatados por el fascismo de la televisión, que embrutece, duerme, convierte en estúpido al auditorio cautivo. Una invasión basada en el juego de la razón y del pensamiento, en contra de los Himmler, Goering, Goebbels que han impuesto un Hitler de bolsillo, presto a subastar la nación, vender el agua, rematar la industria petrolera, entregar playas y fronteras y asumir como regla de convivencia, de sobrevivencia, el paradigma De la Guerra, en el contexto de la obra del Barón Karl Von Clausewitz: “La guerra es la continuación de la política por otros medios”.
Retrocedamos un momento, antes de seguir. “El gran problema de los mexicanos es que son mudos como la Coatlicue o solo se reúnen para mentarse la madre… La gente que se reúne a conversar, a dialogar en nuestro país es muy extraña- Dos mexicanos se reúnen y cada uno está diciendo “este cabrón qué se trae; yo no abro la boca porque me va a chingar” La tradición mexicana es ser opresor o ser oprimido. En todo interlocutor ves a alguien que quiere oprimirte” Esto opinaba Carlos Fuentes en una célebre entrevista a la revista “El” en 1973.
La primera batalla que habremos de librar, en este mito de la Leyenda del Ajedrez en México, será en contra de los “esclavamos” al servicio de los poderes más fuertes. “Contra las patrias” escribió Fernando Savater. En México esos contra, son los que se han apoderado de parcelas –pequeñas o grandes- en defensa de un orden que los somete pero les comparte, aunque sea migajas. Son los acólitos de la fe religiosa. ministros del fanatismo que asola nuestros espíritus, son los profes y profas “turquesas” que solicitan cursos y talleres al por mayor, con tal de recibir aumentos en el cheque quincenal y espejitos brillantes en la currícula académica. Son los estancos y monopolios que sobreviven en nichos de mercado siempre bajo su control. Son una parte importante de la ciudadanía que defiende al “sistema”, que viven muertos de miedo, que no lee, no se atreve; a unos le llaman “voto duro”, otros son adictos a los placeres del bajo vientre, a las recetas de la superación personal, místicos, espiritualistas, junioras. Con ellos serán las primeras escaramuzas. Son “coyotes”, chapurnecos, de tácticas ligeras, sin profundidad ni estrategia. Serán derrotados “With a Little Help of my Friends” or “All Together Now”
Retomo al Ajedrez y ahora discurro sobre su naturaleza Política. Porque el Ajedrez responde a formas de gobierno de este orden: hay que empezar por entender que el Ajedrez se fundamenta en la importancia absoluta del Rey-Realeza-Realidad. En la soberanía del monarca (monos-arcos) que se constituye en el principio de  la Virtud (el Areté). Rey que gobierna un tablero rodeado de todas las partes de un Gobierno Político: la Dama, que no reina, y que originalmente correspondía al Visir, al Consejero, al Primer Ministro. De los Alfiles y las Torres, que surgen en referencia a los elefantes y las carrozas de los ejércitos orientales, y que más tarde asumieron las figuras de los obispos y las atalayas de los castillos de los monarcas. Y de la más aristocrática de las armas de la corte del Rey, los Caballeros a caballo, estampa clásica de los hombres nobles, de los miembros clásicos de los gobiernos fundados en el principio del Honor.
El juego se redondea y adquiere fundamento histórico y filosófico, al contar que la parte más numerosa de las piezas de su comunidad política –su ejército-, la que a cambio de un menor poder material, “guarda en su mochila un bastón de mariscal”, arengaba a su ejército nacional Napoleón Bonaparte: son los ocho peones. Es la parte del juego que resume la naturaleza y esencia del Ajedrez, la que incluye el principio Republicano (res-pública): que prueba y comprueba la presencia única, de las  tres formas de gobierno Políticas: Realeza – Aristocracia - República: La ciudad Perfecta.
El análisis Político de las partes que componen el juego del Ajedrez, es demostración suficiente  de la naturaleza humana del juego. Iremos mejor si observamos ahora que las formas espejo del ejercicio de poder, las asociaciones de comunidades que se llaman gobiernos solo por semejanza, son en el orden concluyente inversas y contrarias a las señaladas hasta ahora. A pesar de que a diario se diga lo contrario, a costa de los llamados a claudicar en despotismos basados en el numero y la pobreza, o en el de las riquezas, o en aquel estado donde reina el temor a la muerte y el miedo que acarrea.
Dice un sabio muy poco conocido, pero no por ello mal ajedrecista, Patricio Marcos que “Mientras los pueblos conservan su género de vida político bajo cualquiera de sus especies, ya regia, aristocrática o republicana, al no haber patologías en las comunidades regidas por estos tres gobiernos paternales, la enfermedad en el registro ético tiende a ser la excepción, nunca la regla.” (Es decir que no hay locos, ni neuróticos, menos psicóticos, paranoicos, delirantes, dementes, bajo estimados, -menos sobre estimados- bipolares, depresivos, angustiados, obsesivos, histéricas: nada) “Una vez que las comunidades políticas dejan de serlo y se transforman en sociedades animales –bien tiránica, bien plutocrática, bien democrática- entonces la forma de vida patológica se transmite al registro ético haciendo de la intemperancia, la incontinencia y la continencia las reglas antes que excepciones.” (donde escasean los hombres y mujeres prudentes, honorables, románticos, valerosos, honestos, generosos, justos, leales, críticos: ciudadanos mal vistos en el mundo de las encuestas, los sicarios, de los pesos y centavos)
Es el caso de la democracia o un ajedrez donde todas las piezas tendrían el mismo valor y habría que inventar nuevas leyendas fundadoras: un ajedrez cuyo origen radica en  la pobreza de sus partes, en los cuerpos de la gente y su número, los principios con que se decide y desgobierna de manera demagógica. O un juego cuyo principio está en las riquezas. Un ajedrez parcelado, acotado, en que las casillas tienen precios y las piezas un valor mercantil en dólares o en euros, independientemente de si esta en el centro del tablero o en un esquina, cercado por sus propias piezas. Un ajedrez semejante al que se practica actualmente en México, con base en la ganancia interesada, los precios de los torneos, los costos de las suscripciones, los premios y subsidios. Ajedrez que en vez de coeficiente “elo” usaría las listas del Forbes, para clasificar a los mejores jugadores. Un ajedrez elitista, repetido, sangrón, naive y muy lejano a la niñez y la sociedad. ¡Vaya que tienen defensores de oficio estos granujas!
Finalmente, la oscuridad total radica en aquel ajedrez que vemos y sabemos –aunque no lo difundan los medios de comunicación-  donde el Tirano se mueve exclusivamente en beneficio propio, o incluso muerto de miedo, al servicio de sus amos extranjeros, de otros tableros y otros ejércitos. Un ajedrez extraño que es aplaudido –por unos cuantos- que celebran por televisión, mientras el monarca despótico juega para él mismo, se come a sus alfiles y caballos, vuela en sus torres a Vail; que golpea sin piedad a la Dama,  abusa sexualmente de sus peones y hace pactos con otros tiranos que como él, compiten a ver quién es peor. A ese horror, la Teoría Política le  llama Tiranía y en México, se dice PRI
Por eso es valioso este Primer Seminario de la Fundación Kasparov, y lo serán más los que vengan, siempre y cuando agucemos las orejas y analicemos bien y a fondo. Es indispensable valorar la posición del tablero y no dejarse seducir ni engañarse con florituras de jugador del Bosque de Chapultepec. Hay que derruir las líneas que han convertido al Ajedrez en México, en un recuerdo y en un negocio muy pinche: la realidad es que no hay Ajedrez en México, por más y que se desgañiten los proveedores de recursos y materiales, a pesar de los berrinches de los junioras abajeños, usurpadoras de heraldos familiares que caducan con el paso del tiempo.
La naturaleza eminentemente Política, naturalmente Política del Ajedrez es un mentís contundente, un jaque mate “inmortal” a las paradojas seductoras del mundo moderno, el de impone la Galaxia Lumiere. Imaginario colectivo que exalta a la democracia como el sistema político ideal; que llama “tierra de las oportunidades”, libre empresa, o neo liberalismo, a los despotismos oligárquicos y se voltean de lado, para no ver que el Imperio que domina y se extiende amenazante, que se cierne y esparce sobre México, es el de la Tiranía en América, aquel que por equivocación bautizara equivocadamente como “Democracia en América”, Alexis de Tocqueville.
Conviene recordar que “el diálogo mexicano es un ajedrez donde las primeras cuatro o cinco jugadas son de protocolo: significan que ya estamos jugando. Como las buenas maneras son un recurso defensivo, la verdad es un ingrediente de alto riesgo. En el laberinto de nuestro idioma, la sinceridad puede implicar caída libre. El que comienza diciendo "con todo respeto..." acaba ofendiendo. Si no fuera porque existen códigos internacionales, para aterrizar en el país, los pilotos tendrían que decir: "No sea malito, ¿me dice de favor si la pista 1 está libre?". La preposición es importante: pedir algo por favor es correcto; pedirlo de favor es cálido y popular.”
Es Juan Villoro, que se recrea con la ilusión de un “México Virreinal” que amenaza con volver. El país de lo cursi y lo ridículo, capaz de desatar vendavales opinantes, que critican el uso de un lenguaje que les parece poco educado: entonces, llamar extremistas a mis pensamientos, o amenazarme por opinar (me sucede cada vez con mas frecuencia) es actuar al estilo Donad Trump con Sean Penn el día del Oscar a González Iñárritu, o a las damas de la vela perpetua con El Laberinto de la Soledad y sus categorías de chingada o pachuco.
O tal vez no he visto con suficiente claridad y dejo aquí un llamado de alerta. Es probable que las escaramuzas que ya se están dando en el mundillo del ajedrez en México, atiendan más que a la preservación de los nichos de mercado que se creían eternos, a la conquista de los grandes mares que se pueden abrir con la Formación de Maestros por la Fundación Kasparov. En un gatopardismo clásico de los usos y costumbres del sistema político nacional, es cambiar para que nada cambie.
Hoy por hoy, la realidad es que en México, parece que la gente ha dejado de pensar, no piensa, se ha olvidado de pensar. Que el Ajedrez podrá tener algunos garbanzos de a libra como es Lorena Ochoa y el golf, pero nada más. Repito, porque el Ajedrez lo detentan mafias, (empleo la palabra que convulsiona a los anti Peje), son monopolios, estancos que se aprestan a cooptar a los legisladores –no tengo respuestas a esta fecha- que son cabezas visibles de las iniciativas de ley, para que el ajedrez sea parte de la currícula escolar en nuestro país. Es el caso de Fernando Zárate Salgado, quien acaba de renunciar al PRD que lo postuló en un distrito que comprende la delegación Álvaro Obregón y la tradicional zona ajedrecística de Chimalistac, en la Ciudad de México
Soy autor de cuatro libros que tratan de Ajedrez y de Política ¿Por qué me interesa el Ensayo Político? Porque creo que en México, el escritor tiene obligaciones que van más allá de su vocación estrictamente literaria. En virtud de la mentira, el silencio, el ocultamiento que han sido la característico de la historia de este país. Si un escritor no dice lo que la historia no ha dicho, la historia no lo dirá en su nombre.
Una de las cosas que le dan fuerza a un escritor, es saber soldar la imaginación literaria con la revelación de la verdad ocultada por la historia. Una historia de dictaduras, de opresiones,  de leyes que no se cumplen, de formalismos vacuos, de medios de información dominados, de periódicos absolutamente mentirosos, de congresos legislativos corruptos…
Acudo nuevamente a Carlos Fuentes, quien señala que “Le incumbe a los escritores decir lo que la historia no ha dicho. Porque de otra manera no tendremos un pasado. Y si no tenemos un pasado tampoco tendremos un presente o un futuro… Lo ejemplifica Sor Juana Inés de la Cruz. Esta monja, esta mujer maravillosa empieza a hablar… y el clero, el poder, el virreinato la obligan a guardar silencio… ella se queda callada y con ella la cultura colonial guarda silencio también, y México llega a la independencia sin saber lo que fue su cultura colonial”

Entonces hay que romper la ley del silencio en México, esto es importantísimo. Hay que hablar desde todos los puntos de vista y no solo de tratados de aperturas o de peticiones al gobierno, advocaciones religiosas, invitaciones a orar en el reino del Ajedrez. Hay que dialogar, de norte a sur, de arriba abajo, de este a oeste, de la derecha a la izquierda, hay que darle un curso vivo a las ideas, a las inquietudes de la gente, porque si no estaremos continuando la ley de nuestra historia que es la ley del silencio  y el silencio es la antesala de la tumba… 

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