Monday, May 02, 2011

NARCOTIZADOS

En esta ocasión no me refiero a la consuetudinaria guerra en contra del trafico de estupefacientes, drogas y enervantes. Se trata de los temas que han atendido la atención de la sociedad mexicana en la última semana de vacaciones, de dos temas que por igual de intrascendentes resultan alarmantes, por la cantidad de tiempo y noticias dedicadas, sobre todo en la televisión abierta, por TELEVISA y TV AZTECA.

Son la boda de un príncipe ingles con su prometida, los ya célebres Guillermo y Kate Middleton, que no reúnen nada de emocionante, a no ser la pretendida aspiración, entre muchas familias de la clase media y alta de México. Son las emociones que aún se mantienen en el ánimo popular, por festejos como la fiesta de 15 años. Remembranzas de los tiempos en que Don Porfirio bailaba estos ritmos del vals y la polka, mientras presentaban en “sociedad” a las damitas que llegaban a sus 15 primaveras, lo que equivalía a una invitación para ser desposadas por un guapo consorte, de preferencia adinerado y de familia emparentada con los círculos del poder.

El otro tema finisecular, es el caso del proceso de canonización de Juan Pablo II que comienza con el llamado a ser beatificado, en rumbo a los altares de la religión católica. Cuando México comenzó a retroceder en el tiempo y tímidamente empezaron a reaparecer en las páginas de sociales de los periódicos nacionales, las noticias de los procesos de beatificación de algunos connacionales (por decirlo solamente), no pude dejar de tener siempre presente las sentencias paternales que convertían al mas miedoso de los miedosos, al mas ignorante de los ignorantes, en un triste beato.

No solamente en el seno de la sociedad en que nací y crecí era lo mas mal visto el adjetivo de beato, también es maravilloso el retrato de un “beatito”, que hace Mario Vargas Llosa, en su obra magistral La Guerra del Fin del Mundo, que trata sobre la batalla de Canudos que en 1896, en Brasil se levanta en contra del estado republicano recién constituido. De manera muy similar a la revuelta de los Cristeros, que se origina en México, tras el triunfo de la Revolución Mexicana.

El asunto es que el beatito, es quien se dedica a promover la idolatría del Consejero, el líder religiosos que encabeza la rebelión en Canudos., de manera parecida a lo que hace Felipe Calderón, presente en el Vaticano, donde olvida que no se puede servir a dos amos y menos si es extranjero, tal y como alegaba en su proceso de entronización como Reina, Isabel I, ante los ministros del culto católico, pero esto en Inglaterra y en el siglo XVI.

Hay otro tema que menciono también en este momento y que mantendrá el hechizo narcotizante entre la gente de México y es el anuncio -tras ser requerido y deber exhibir su propia acta de nacimiento, que demuestra que Barak Obama si es norteamericano- de la muerte de Osama Bin Laden. Ahora reproduzco mejor el acertado análisis que hace el periodista León Garcia Soler, en su columna que publica la Jornada y que por muchos años albergo el diario Excelsior, sobre el efecto adormilante de la unción del beatito Karol Wojtyla, la presencia del Calderón en el Vaticano y la celebración inadvertida, repudiada, abandonada en el Dia Internacional del Trabajo, en los tiempos de las guerras comerciales.

“Congruencia pura en el trayecto político del opositor que llegó a jefe del Estado laico al que combatió siempre. Día del Trabajo y un séquito de obispos, curas y monjas acompaña al Presidente de la República a la manifestación de fe: a asistir como gobernante a una ceremonia eclesiástica, acto que la Constitución le prohíbe expresamente. No al católico Felipe de Jesús, sino al jefe de gobierno y jefe de Estado. Felipillo santo tiene el derecho a la libertad de conciencia, a manifestar su fe, en público y en privado, siempre y cuando no lo haga en su carácter de funcionario público. Y al Vaticano invitaron al Presidente de México. Los purpurados que lo acompañan, las monjas y sacerdotes, son el cortejo de quien es titular del Poder Ejecutivo de la Unión.

En el ámbito de la libertad de conciencia, o libertad religiosa como propone llamarla Santiago Creel en su iniciativa de reformas al artículo 24 constitucional, la sombra del fundador de los legionarios de Cristo, del terrible escándalo y corrupción del padre Maciel, podrá traducirse en evangélica rueda de molino. Pero en el del deber político, la visita al Vaticano para asistir a la beatificación de Karol Wojtyla, es lisa y llanamente un desafío con el que viola la Constitución y la Ley de Asociaciones Religiosas. No hay secreto de confesión que pueda silenciar el absurdo de incorporar la sombra de Maciel al proceso político electoral en curso. Maciel engañó al papa Juan Pablo II, dicen en Roma. Mala hora para exhibir los nexos de la derecha mexicana con el pederasta fundador de los legionarios”

“Primero de mayo. No hace mucho, la prensa diaria no circulaba en este día. Y aquí están estas páginas como testimonio de la victoria pírrica del proyecto patronal que decidió cambiar de cómplice en el control de la cosa pública. No sería para acelerar la conversión del tesoro público en botín privado: los del reformismo habían apresurado la disolución del Estado rector de la economía; la modernización para acatar el consenso de Washington y establecer el dogma del mercado libre de toda regulación financiera. Neoliberalismo, a pesar del abuso del término. Preferían mozos de estribo, gerentes a cargo de la cosa pública: restablecer el Supremo Poder Conservador de efímera gloria decimonónica. De la profesa a la democracia sin adjetivos. Tembló la Tierra y los montes parieron a Vicente Fox.”

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